Era una mañana de viernes en Noviembre de 2017. Estaba pautada una entrevista con amigos sobre un caso de abuso doméstico a la mujer. Al llegar al sitio, nos encontramos con nuestra entrevistada; una mujer de piel morena de aproximadamente 1.60 metros de altura, cabello castaño, a la altura de los hombros con lentes y vestida con jeans y una blusa verde aceituna. Nos presentamos con un apretón de manos y se presenta como Fabiola. Luego de la breve presentación, y llenos de mucha expectativa, nos dirigimos a un lugar más íntimo para no tener inconvenientes con el ruido y tener una conversación más amena. Nos sentamos cómodamente y comenzamos preguntándole su edad, ella explica que tiene 26 años de edad, que es madre de una pequeña niña y felizmente casada. Al escuchar su respuesta, ver sus expresiones y la alegría de su sonrisa; eso nos hizo asumir que el abuso habría resultado algo leve, nada abuso doméstico, se casó y tuvo una niña. Como las apariencias engañan, y sus ojos grades delataban cierto nerviosismo, le pedimos que me nos hablara de su familia y cómo fue su infancia, a lo que ella dijo: “tengo una hermana menor y ambas somos hijas del mismo padre y madre. Tuve una infancia en familia. Mi papá es militar y con más preferencias hacia mi hermana menor”.
Con lágrimas en los ojos, nos contó lo que sería una de las situaciones que más la lastimaron durante su niñez, y es porque estando en 6°grado le pidieron que su representante firmara el boletín final, como tenía notas bajas su papá se negó a firmarla y diciéndole que ella no servía, que no estaba conforme con aquellas notas y le preguntaba que si prefería trabajar antes que ir al colegio. Es en ese momento que comenzaría el resentimiento que, más tarde la llevaría a tener una etapa de rebeldía por la cual pasamos todos los adolescentes, pero en su caso traería varios escenarios que lamentablemente marcarían su vida para siempre. En el transcurso del relato entenderán como esta joven de familia aparentemente funcional entra en una relación conflictiva y tormentosa.
Afectada emocionalmente desde muy temprana edad por su figura paterna, hecho ya descrito con anterioridad, y que demuestra, sin lugar a dudas, que muchas personas que aceptan en edades tempranas o incluso adultas abusos de índole sexual, emocional o física de sus parejas tienen como background o trasfondo una niñez o adolescencia repleta de abusos.
Una etapa crucial para muchos adolescentes, en la cual la rebeldía y la conducta no adecuada llevaron a esta joven, a poner su vida en un serio riesgo, y que hoy en día sirve como ejemplo para muchas personas que pasan o pasaron una historia similar a la de ella.
Entre lágrimas recordaba con detenimiento, precisión y una que otras miradas, que indicaban intentar recordar su dramática historia. Un pasado que fue ejecutado, por la falta de atención y maltrato verbal por su padre.
Parecía el hombre perfecto
Sus ojos llorosos son el portal hacia los maltratos a los que fue sometida por su padre, de qué manera esto marco su vida y, lo que en el futuro la llevaría a caer en las manos de una pareja abusiva y nos cuenta: “en un principio era el hombre perfecto, siempre estaba allí para mí”. Explica que “ante otras personas él era un hijo perfecto y un hombre muy bueno” con esto vemos que su agresor en un punto inicial parecía ser alguien amable con el que ella podía encontrar un refugio constante ante los abusos sufridos por su figura paterna en niñez.
Hay que recalcar que muchas mujeres cuando carecen de una figura paterna cariñosa o siquiera presencial buscan en sus novios, amantes, compañeros u esposos esa figura que represente de alguna manera esa figura de poder, control o respeto esa así llamada figura de autoridad. Sin embargo en el caso de una pareja no es solo la búsqueda de un hombre como figura de autoridad sino una especie de refugio donde poder huir hasta cierto punto de su responsabilidad de fortalecer su autoestima; proceso además que puede tomar muchos años fortalecer y trabajar. El caso de Fabiola no es una excepción a esta regla; y nos dice:
“Siempre que nos veíamos me traía dulces, chocolates o algún regalo”
Sin lugar a dudas un comportamiento muy común en quien busca ganarse la confianza e incluso generar en otro una necesidad de presencia/permanencia/necesidad en su vida.
El maltrato nunca tiene una fecha de inicio realmente, sin embargo, siempre existe un detonante particular siempre diferente de individuo en individuo. En el caso de Fabiola el detonante era el sexo.
“Siempre que nos veíamos deseaba tener sexo y si no lo teníamos se ponía agresivo conmigo”
Esto nos muestra el escenario perfecto de como comenzaron las agresiones para Fabiola puesto que sus encuentros eran asiduos dado que “Siempre iba a buscarme al liceo y me llevaba a mi casa” demostrando una vez más que el atacante poseía un comportamiento de índole obsesiva- posesiva con la joven.
Fabiola al ver que su agresividad iba en aumento explica que: “comencé a arreglar las citas una vez por semana, íbamos comúnmente al cine o al Ávila o al parque del este. Pero siempre buscaba que la cita terminase en un encuentro sexual entre ambos”.
A medida que continua narrando su historia nos cuenta “estoy estudiando enfermería y allí vemos psiquiatría y puedo saber que ciertamente él es una persona bipolar y con rasgos esquizofrénicos” lo cual posiciona al agresor con un cuadro clínico en particular que podría afectar su comportamiento con otros individuos.
Hay que recalcar que el comportamiento bipolar del atacante se centra en la siguiente frase “sus cambios de humor eran rápidos y sorpresivos” y al mismo tiempo Fabiola piensa que es posible que su atacante usara algún tipo de droga “No dudo que consumiera drogas en algún momento durante nuestra relación”.
Recuerda que en varias oportunidades le pedía que tuvieran un hijo, y en reiteradas ocasiones, mientras tenían sexo, buscaba excusas para descartar los preservativos y que ella tampoco se cuidara. A pesar de todos los intentos de su pareja, Fabiola siguió haciendo lo posible por usar anticonceptivos. Es evidente que este hombre buscaba tener un vínculo irrompible con su pareja y el objetivo era controlarla a largo plazo y en todos los sentidos posibles.
Un viaje a Mérida fue el camino que condujo a una vía de escape
Luego de tanto sufrir y vivir afectada sin poder hablar o decir algo, por temor a lo que podía hacer este hombre, pudo ver una luz al final del túnel y es que Fabiola nos relata que
En una fecha determinada tuve que viajar a Mérida con mi familia y él se quedó en caracas, lo que fue para mi sorpresa al llegar, descubrir que me había engañado, con mi prima, a partir de ese momento mi vida cambió y tuve el valor de decir hasta aquí llegué”.
“Pensé que estaba llegando al punto final de mi pesadilla, cuando lo de mi prima vino con un agregado…”
Continué y persistí hasta encontrar las pruebas necesarias y fehacientes para actuar y dar terminada esa relación a causa de su infidelidad con ella, pero para mí desespero en ese momento también me entero que no sólo me había engañado con ella, también sostenía relaciones con otra mujer, la cual estaba contagiada de VIH, al enfrentarlo él me confesó que también era portador del virus.
Inmediatamente al saber que podía ser portadora del VIH salí corriendo a realizarme todos los exámenes, sola, sin apoyo económico ni moral de nadie. Pero mi paz se generó cuando vi que los resultados arrojaron negativos.
Luego de este desesperante episodio entre lágrimas Fabiola nos relata que las amenazas por parte del hombre, persistieron. Mi familia no sabía nada de lo que me sucedía, y tampoco tenía cara para explicarlo; me daba vergüenza y mucho temor, porque mi papá y mi hermana me decían que él no valía la pena y que no era bueno para mí, pero digamos que entre la inmadurez y el querer llevar la contraria por todo lo que me había pasado, me llevaron a esa situación.
Inmediatamente lo llamé y con resultados en mis manos le dije que el resultado había salido negativo. Su obsesión era tanta, que me dijo que los videos aún estaban allí y que si lo dejaba los iba a mostrar, insinuando de igual forma que los exámenes que me realice estaban malos y esos resultados no eran los correctos.
Realmente salí corriendo de esa relación con mucho miedo y temor a que eso con lo que me amenazaba lo llevara a cabo, temía por mi reputación y que mi dignidad como mujer quedara expuesta, ¿Qué dirían mis papás, amigos, hermana?, fue muy fuerte pero logre seguir.
La vida sonrío de nuevo para ella, después de vivir 3 años terroríficos conoció al hombre que hoy en día es su esposo
Luego de un tiempo comencé una relación con el hermano de mi mejor amiga, quien conoció mi oscuro pasado, a él tuve el valor de contarle todo y la vida parecía estarme dando la mejor oportunidad de ser feliz, a tan solo una semana de casarme con este chico, (lágrimas) mi ex volvió a aparecer y continuar con sus amenazas, pues vociferaba que tenía en su poder videos de nosotros teniendo relaciones y que tal material iba a mostrarlo en todas las redes sociales, sentí que mi tragedia aparecía de nuevo.
Gracias a Dios tenía en ese momento al mejor hombre del mundo a mi lado, quien me defendió, él fue a enfrentarlo, lo amenazó, le puso un alto y el valor que tenía miedo de perder por esos supuestos videos renació en mí a partir de ese momento, después de allí no hubo más amenazas. No hubo más persecución, no hubo más nada que atormentara mi paz y agrediera a mi integridad.
Luego de la tormenta viene la calma
Hoy después de 6 años de haber vivido la peor experiencia de mi vida, me encuentro feliz, con un hogar hermoso, un esposo maravilloso y mi mayor tesoro es mi hija.
Tras esta difícil historia Fabiola dejó un mensaje para esas mujeres que pueden estar pasando por estos terribles casos de violencia
“No es fácil pasar por esto, yo nunca denuncié ni dije nada por temor a que él hiciera algo en mi contra, muchas veces pensé en quitarme la vida porque eso sería lógico, estaba desamparada en manos de un hombre que abuso de mi integridad y jugó con mi inocencia, por eso a todas las mujeres que puedan estar pasando por esto, no permitan que siga sucediendo, denuncien, hablen, no se queden en ese lugar, este tipo de personas son muy peligrosas y quizás por no decir nada puede ser muy tarde luego”
“Todo en nuestra vida tiene una raíz, en este caso fue la carencia afectiva de un padre, a veces no sabemos cómo influye lo que hacemos o decimos a nuestros hijos, es por esta razón que debemos amar mucho, enseñar valores fuertes e inquebrantables; padres, madres, apoyen a sus hijos/as, escúchenlos, den lo mejor de ustedes, creen en ellos bases sólidas de seguridad y afecto, que ninguna carencia sea lo suficientemente fuerte para florecer en su desarrollo. Enseñemos que la violencia no es buena en ningún aspecto, preparemos a hombres y mujeres fuertes y bien cimentados, para que ningún viento los pueda mover o quebrantar”.
El valor, apoyo y amor de la familia siempre será la marca en la vida de una persona.
Por: Maderlin Hernández
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