El brillo en los ojos y la actitud que caracterizan a la gente próspera no son una consecuencia del dinero. Los recursos llegan cuando te sientes bien.
El camino a la vida abundante no comienza con una herencia o la lotería. Ese camino comienza conociéndote:
- Desarrollando tus talentos y pasiones.
- Sanando rencores del pasado.
- Venciendo tus miedos y creencias sobre el dinero.
- Educándote sobre el funcionamiento de las finanzas.
Lejos de ser un gasto, las terapias, cursos y libros de autonocimiento se convierten en inversiones que nos retribuyen amor propio y bienestar.
¿Quieres más detalles para trabajar tu prosperidad y amor propio? Click Aquí