Finalizada su tarea protocolar en su congregación, Jonner Padilla, de 29 años de edad, dio testimonio del intricado camino que atravesó en el mundo de las drogas y como ello fue “necesario” para encontrar a Dios.
Padilla criado en un hogar monoparental donde su madre fue la encargada de velar por él y sus cuatro hermanas, se traslada de donde vivió su infancia a su lugar de nacimiento en La Pastora, lo que representó un cambio en su vida. “Sucedieron muchas cosas que prefiero no comentar (…) afecto bastante mi vida y decidí tomar la calle”, expresó.
Abandonó sus estudios a los 14 años con el objetivo de trabajar y encontrar su propio camino, convirtiéndose en padre a la corta edad de 16 años. Relata que comienza a consumir por curiosidad “un amigo me invitó y decidí probarla”. Durante 4 años consumió marihuana y en las fiestas inhalaba popper.
“Esto perjudicó mi personalidad y responsabilidad como padre (…) me generaba apatía, no quería trabajar, ni tener responsabilidad con los míos. Hubo un choque que derrumbo mi identidad”, indicó. Explica que nunca llego a robar para satisfacer su vicio, solo llegó a hacerlo para ser respetado en su círculo y cuando la situación se volvió “más dura” comenzó con la venta de cocaína y crack.
Se da cuenta que ha llegado lejos cuando entra a su casa y hay una reunión, donde se encuentra su madre, su abuela y varios familiares. “Yo estaba bastante fumado y todas las miradas se fijaron en mí”, expresó. Dijo que sabía que su familia tenía conocimiento de su problema pero nunca dejó que lo vieran; sucedido esto entra al baño y se mira en el espejo y se pregunta “¿Quién eres tú? ¡Tú eres un Mounstro!”. Expresó que desde ese momento hubo algo en su interior que le decía “no puedes hacer esto, eres el único varón de la familia”.
Continuó en el mismo ambiente de calle pero sin consumir, ya la marihuana había quedado atrás, ahora el alcohol quien transformaría su identidad.
“El alcohol me dominaba más que la droga (…) lo anhelaba”, afirmó. Al pensarlo lo hace con cierta pena, pues, dice que con ello complacía a otras personas y no se daba cuenta que era usado y engañado.
Mencionó que llego a estar en prisión durante 11 días por una situación que prefirió no comentar.
Estuvo en situación de calle, y aunque parezca imposible, no llego a consumir droga. “Llegué a esa situación por rebeldía”, explica. Comienza su recuperación escuchando “la palabra de Dios”, por medio de personas que se acercaron a su comunidad predicando.
Comenta que la película “Venciendo Gigantes” –la cual recomendó- lo hizo reflexionar sobre su vida, y sintió curiosidad de cómo era que Dios hablaba con las personas, hasta un día acudió a una reunión y sintió una presencia que le dijo: “mira de donde te he sacado, mira lo que has hecho y como te he guardado y a donde te he llevado”.
Expresó no sentir rencor con nadie, ya que, siempre ha sido una persona “muy clara, yo pase por todo esto por mí mismo”.
Indicó que ya tiene seis meses en la iglesia, vive una vida diferente y en ese tiempo ha realizado actividades como salir a dar comida a las personas con situación de calle. “Me conmovió esa vez, porque sentí esa empatía, yo pase por eso” añadió.
“Mi mensaje es que no hace falta tomar ni consumir para disfrutar la vida”.